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Embarazo: Embarazo Social
Tras años de sesiones presenciales con diferentes tipos de personas, puedo señalar que existe una temática transversal: ¿Seguirían juntos si no hubieran quedado embarazados?
Independientemente de los argumentos esgrimidos por las personas ante esta interrogante, el 70% de los casos que he atendido señalaron haberse sentido obligados en algún momento de su vida a iniciar o permanecer en una relación, solo para cumplir con las normas sociales establecidas que hacen referencia al “ideal familiar tradicional” o simplemente para no repetir los errores de su propia crianza; por este motivo, he comprendido que el ser humano es capaz de autoconvencerse de que “debe soportar todo con tal de no perder el proyecto familiar”. Creo que, en este punto todos conocemos o sabemos de alguien que señale “permanezco o aguanto esta relación solo por los hijos”, padeciendo en una unión forzada como una suerte de inmolación por un proyecto de vida, aumentando los niveles de violencia y perjudicando la salud mental de todos los involucrados.
Si bien no todos los casos son iguales, no podemos negar que en la actualidad (independiente de lo costoso que es criar a un hijo) existen beneficios sociales que permiten aminorar el impacto del quiebre de un sistema familiar, que el común denominador ahora son las familias monoparentales y que estamos educando a las nuevas generaciones para que no permitan que una relación de pareja coarte la libertad; no obstante, no estamos preparados para reconocer el propio sufrimiento. Es más fácil en esta sociedad desechable el cerrar los ojos ante el deterioro físico, mental y emocional que hacer el ejercicio de replantear toda una vida al decidir terminar una relación y pedir ayuda profesional.
¿Cuál sería el primer paso? El primer paso es reconocer que no somos infalibles, que necesitamos ayuda para “cerrar el ciclo”, que no sabemos relacionarnos desde el buen trato con un otro, que no tenemos conciencia de que existen cosas que debemos perdonarnos y que, para atrevernos a volver a establecer una relación sana necesitamos (en muchos casos) iniciar una terapia porque es el primer acto de amor propio para seguir adelante.